Texto íntegro del monólogo de Caixa Fórum,
Madrid, mayo del 2018.
Disculpad mi atrevimiento en presentarme aquí esta tarde sin apenas haber avisado. Creo que debo una disculpa a Isabel, sé que llevas tiempo preparando este acto, este evento y venir sin formar parte del programa oficial, pues sí es un atrevimiento… pero mirad, eh, tenía la necesidad de reencontrarme con todos vosotros: compañeros, colegas… veo un montón de caras que hacía muchos años que no veía y tenía la necesidad de compartir con vosotros las dudas que durante años nos persiguen, nos inquietan… las respuestas a preguntas que siguen ahí pendientes de ser contestadas. Y es por eso por lo que estoy aquí, porque intentaba, pretendía encontrar en vuestra compañía, en vuestras miradas, esas respuestas. Y ahora que os veo, y veo la cantidad de conocimiento, de nivel académico e intelectual que hay en la sala todavía se me hace más difícil entender qué hicimos mal.
Llevamos tiempo preguntándonos cuál fue la variable que nos dejamos en aquella ecuación con la que creíamos que todo lo resolveríamos.
¿Cuál fue el ingrediente de aquella receta mágica que nos tenía que sacar del atolladero?
Es duro llevar tantos años pensando y teniendo que aceptar que todo aquel esfuerzo del pasado apenas sirvió, o que sirvió para muy poquito, para que hoy quizás pueda estar aquí hablándoos… todos aquellos esfuerzos de centenares de miles de voluntarios, de asociaciones, de compañeros activistas tratando de sacar de la ignorancia a cientos a millones de personas, tratar de movilizarlos… mirar al pasado contar la de años que llevamos ya insistiendo trabajando… unos más que otros… unos muchísimo cuando uno piensa en Greenpeace, en la Eleonor McArthur Foundation, en el Club de Roma, en la Global Alliance for Building and Construction… no son pocos, eh? Es un agregado de esfuerzo muy, muy grande. Y yo sigo sin respuestas…
La verdad es que la mayoría de los aquí presentes seguro, confío o seguro que así es, no?… tenemos la sensación de estar dejando la piel en ello, de formar parte de ese colectivo que trata de combatir y argumentar a los negacionistas que por más evidencias que les presentemos, siguen ahí en la negación constante y continua que tratamos de alertar a los que viven instalados en la pasibilidad, en los que creen que no hay nada que hacer, que las decisiones, que los actos, corren a cargo de otros… o de impulsar, de animar aquellos ingenuos o así entiendo que son yo… los proto optimistas los llamábamos… aquellos que siguen pensando o pensaban que al final el metro anterior al precipicio, el segundo anterior a la tragedia, el sapiens del planeta lo acabaría resolviendo todo. Y yo, como vosotros, creíamos estar haciendo las cosas bien, creíamos que con nuestra actitud, con nuestro compromiso, escribiendo artículos, ayudando a redactar leyes, generando informes… que con eso, pues hacíamos lo que se esperaba de nosotros, lo que se pedía de nosotros… creíamos y defendíamos que si todos hacían las cosas como nosotros las hacíamos, el mundo cambiaría. Habría un cambio de rumbo. Y eso nos generaba cierto orgullo. Pertenecíamos al club de los buenos al lado bueno de los decentes de los que éramos sensibles, de los que sabíamos lo que había que hacer y no lo neguemos en ocasiones nos dirigíamos a los demás con una cierta autoridad moral intelectual que al menos yo, con el tiempo, reconozco que era totalmente injustificada.
No había ningún mérito en todo aquello. Estar aquí hoy no tiene ningún mérito. Seguramente todos cada uno con su circunstancia, somos el resultado de aquellos que trabajaron se esforzaron para que nosotros tuviéramos acceso al conocimiento, pudiéramos incrementar el talento. La pregunta es que si luego hicimos suficiente con ese patrimonio que nos dejaron. Estos pocos minutos compartidos, me da la sensación que me acerco a esa respuesta, que en años no he sabido contestar.
Y me da la sensación que la respuesta es nos faltó determinación. Y si es así, me asaltan un montón de dudas, ¿no?, un montón de dudas. Mirad, no os lo he dicho, eh, vengo de 2058. Allí las cosas no son fáciles, nada fáciles.
Y la más difícil de todas es convivir sabiendo que no hicimos lo necesario.
Pensemos que hoy empieza una década nueva. No esperemos al uno de enero de 2020, no esperemos aquel calendario que nos marque los ritmos y los tempos. Hoy empieza una década que pide lo mejor de todos nosotros, que cojamos esa determinación y la empleemos con entusiasmo, por fuerza, cada uno en su competencia. Arquitectos, proyectad, dibujad, pensad en clave de planeta no puede, no cabe una prioridad mayor que esa pensad en demanda, ingenieros, ser audaces por ese ingenio, ese talento innato que teméis para satisfacer esa demanda con el consumo cero.
Y digo cero no cercano a cero near zero is not zero and the planet need zero.
Hay que cortar los tiempos. Y vosotros constructores, cuadrarías, de industriales, de lampistas, de fontaneros, de carpinteros, tenéis también responsabilidad. Tenéis partida en esto. No os desinhibáis. Cada kilo, kilovatio no consumido. Cada litro de agua no desperdiciado cada kilo de CO2 no emitido cuenta. Todos cuentan, desoíd aquellos que dicen que las pequeñas acciones no cuentan multiplicas por 7,000 millones y decidme que os da.
Y vosotros el gremio que fabricáis materiales de construcción: tenéis una capacidad enorme de transformar el sector. Utilizadla empleadla, sed valientes. No sirve con colorear de verde las webs y los catálogos. No sirve con poner un eco, un bio, un organic delante de la nomenclatura de cada uno de vuestros artículos. No penséis en las cuentas de explotación de este año y del siguiente… demos la opción a los que vienen por detrás a que calculen sus cuentas de explotación también. Utilizar ese músculo inversores, entidades financieras, promotores, no todo vale, no todo es financiable. La TIR no es la única cosa que cuenta preguntarle al planeta cuál es su TIR, o asfixiáis financieramente los proyectos que no son solidarios con el planeta o asfixiareis al planeta.
Y vosotros, los que os dedicáis a la gobernanza y a la acción política, a regular y definir nuestro marco legal, a gestionar los recursos públicos, vosotros que nos pedís que os entreguemos nuestra confianza votación tras votación, que mostráis como garantía de vuestro buen hacer vuestra indiscutible vocación de servicio público, que os postuláis para trabajar por y para el bien común. Sabed que hoy no hay un bien común más claro que este, trabajar para hacer posible la preservación de todos los seres vivos que en él vivimos y la de todos aquellos que nos han de suceder. No busquéis atajos. No queráis simplificar ni abaratar el reto. Redactar las leyes necesarias y acompañarlas de los mecanismos de ejecución y de los presupuestos óptimos para lograr las soluciones que el problema nos pide, sed valientes, sed audaces.
Empezad cada sesión parlamentaria, cada grupo de trabajo, cada pleno municipal repitiéndoos esto. Y sabed decir que no cuando proceda y apretad con el sí también cuando la situación lo requiera.
Pero disculpad, no, quería convertir esto en una retahíla de reproches que quizás se me ha ido de las manos… pero desde la perspectiva que me da estar 37 años por delante vuestro os digo que hay tiempo, que si cogemos esa determinación, si nos la creemos y la aplicamos con fuerza, con convencimiento, con liderazgo… hay tiempo.
Tenemos que autoexigirnos la mejor versión de cada uno de nosotros. Una que ni nosotros mismos sabemos que existe porque seguramente la situación no lo pedía porque la urgencia no es la de hoy. Y porque hoy lo que está en juego es todo y todo, nunca antes ha tenido un sentido tan pleno. Repetíroslo: todo. Buscad el entusiasmo, la ilusión, la pasión.
Quizás nos las dejamos atrás, décadas atrás… se nos fueron con la juventud. Me entristece ver en la sala apenas menores de 30 años. No podemos hacer esto sin ellos. Necesitamos de su insensatez. Necesitamos de su entusiasmo, de creer que lo imposible es posible. Subirlos al carro, retirar del carro, empujarlo, estar aquí obliga
La vida, sea cual sea la razón que os ha traído aquí, nos ha puesto aquí. Y eso obliga a liderar, a empujar, convertiros en ejemplo, sin miedo. Salgamos de nuestros círculos. Siempre estamos viendo las mismas caras, los mismo nombres… sí, hacemos cosas, pero reconozcámoslo endogámicamente, salgamos de ahí. Necesitamos generar más movimiento, mucho más. Convirtamos cada pequeña acción en una acción de compromiso.
Cada gesto en un ejemplo… hasta la más pequeñita, hasta la más privada, la más singular, la más silenciosa. No hay capacidad, no hay posibilidad de neutralidad. Las decisiones y acciones o nos acercan a la solución al planeta o nos alejan de él. No hay término medio.
Barcelona de 2058.