En el año 1989 la Nasa encargó un famoso estudio encaminado a encontrar una solución para la desintoxicación del aire en una estación espacial. Bill Wolverton, el científico ambiental que encabezaba la investigación, pretendía encontrar el método para limpiar el aire de CO2 y eliminar sustancias volátiles tan tóxicas como el formaldehído y el benceno, presentes en muchos elementos de decoración y mobiliario de una vivienda. Encontramos benceno en plásticos, telas, pesticidas, humo de cigarrillos y formaldehídos en algunos cosméticos, lavavajillas, suavizantes y limpiadores de alfombras. Estos compuestos orgánicos volátiles (COV) y otros contaminantes del aire interior como el ozono se han relacionado con numerosas afecciones agudas como asma, náuseas así como enfermedades crónicas como el cáncer y determinadas enfermedades respiratorias.
Utilizando una estancia totalmente estanca de un metro cúbico y disponiendo en ella materiales sintéticos que desprendieran sustancias volátiles tóxicas y gran cantidad de plantas en su interior Wolverton observó, tras el análisis del aire, que en un día habían eliminado la mayoría (70%) de los COV.
Esta capacidad de las plantas para eliminar compuestos dañinos del aire, tierra y agua es lo que hoy en día se conoce como fitorremediación. Desde ese estudio, que cuenta con más de 30 años, se ha seguido investigando y se ha visto que en este proceso intervienen tanto las hojas de la planta, como las raíces como los microorganismos que habitan la tierra donde está plantada.
Pero la parte criticada recientemente por investigadores como Michael Warin de la universidad de Drexel, es la velocidad a la que las plantas son capaces de crear estos efectos. Según estudios recientes las plantas tienen esta capacidad de purificación de aire, aguas residuales y tierra pero lo hacen a una velocidad muy lenta. Otro aspecto muy cuestionable de este estudio es que se extrapoló a la vida cotidiana un estudio que se realizó en unas condiciones artificiales como es la estanquidad de la estancia. Warin y colaboradores concluyeron que se necesitaría una gran cantidad de plantas por metro cúbico para causar este efecto de mejora del aire interior y que se debería considerar como una variable muy importante la tasa de ventilación de una vivienda normal.
Con ello no queremos decir que no se deban seguir estudiando todas las posibilidades que ofrece la biorremediación. Es un campo que tiene mucho futuro y por el que han apostado muchas empresas actualmente en EEUU y Japón. Pero debemos ser cautos a la hora de extrapolar resultados de investigaciones de laboratorio a la vida real.
Llenar de plantas su oficina o su hogar le hará más productivo o le hará sentir más relajado y feliz pero no hará que respire un aire más puro. Sí es importante ventilar bien las estancias de su vivienda, por las mañanas y antes de acostarse para conseguir eliminar el dióxido de carbono que se acumula durante el día o la noche en habitación. Y por otro lado evitar al máximo los productos de limpieza que desprenden compuestos orgánicos volátiles y sustituirlos por productos menos agresivos.
En los edificios HAUS se instala un sistema de ventilación de doble flujo con el que se obtiene un aire limpio y fresco durante todo el día y toda la noche para conseguir que los espacios donde trabaja y vive sean realmente saludables.